Vichama, el vengativo guerrero

La venganza es un sentimiento reactivo, en la cual una persona ejerce justicia sobre otra a causa de una acción percibida como mala o nociva. En ese sentido, la venganza se puede exponer como un "equilibrio en la balanza", lo cual hace que muchos aspectos de la venganza se asemejen al concepto de justicia, dando como resultado que la diferencia entre los conceptos de venganza y justicia parezcan difusas. A través del tiempo, el acto de ejercer castigo sobre la persona agresora se ha visto en múltiples historias. Es acá donde entra el dios Vichama y sobre él tratará el siguiente tema.

Vichama, dios inca de la venganza

Etimología

No se tiene un conocimiento preciso acerca del significado del término Vichama.

De acuerdo con sus investigaciones, el lingüista Alfredo Torero expresa que, Vichama estaría relacionado al término Uichma. El lingüista, a su vez, expone que el antedicho término significa "pescador". Esto último coincide, al parecer, con la actividad de pesca de los pueblos y grupos étnicos ubicados en la costa pacífica, ya que estos dependían de las bondades que el mar les otorgaba. Dichos pueblos costeños, a su vez, fueron el lugar de culto del dios Vichama.

Es menester puntualizar que, la palabra Uichma también es similar fonéticamente al término Ichma, con el cual se conocía a los valles de Rímac y Lurín hasta el siglo XV.

Historia

Vichama (conocido también como: Wichama, Villama, Uichama, Atipa) es un dios inca que, según su mito en donde tiene conflictos con el dios Pachacámac, ha sido asociado con la venganza, la guerra y la muerte.

Originalmente, Vichama era una divinidad adorada en todo el espacio territorial comprendido entre Barranca y Aucallama, incluyendo Supe, Végueta y Huacho. Dichas zonas se ubican en la costa pacífica del actual Perú.

El complejo arqueológico que actualmente es designado como Vichama, habría sido la cuna del antiguo santuario del dios Vichama. Como se vio anteriormente, el culto de la divinidad radicaba en la costa pacífica del Perú, siendo Végueta uno de estos lugares. Para ser más precisos, el sitio arqueológico se encuentra en la margen derecha del rio Huaura (actual provincia limeña de Huaura), en el distrito de Végueta, a unos 150 km al norte de la ciudad de Lima.

Por su parte, Pachacámac era venerado en el espacio territorial que comprende desde Carabayllo (al norte de Lima) hasta el extremo sur, Arica.

El dios Vichama, así como Pachacámac, pasarían a ser divinidades que forman parte del panteón oficial incaico. Esto a raíz de la expansión del Tahuantinsuyo por el área de la costa pacífica.

Complejo arqueológico de Vichama

El mito de Vichama

Se tiene conocimiento de la existencia sobre este dios por medio de un mito, del cual se recopilaron dos versiones. La primera versión fue recopilada en 1617 por el padre jesuita Luis Teruel en La Barranca. La segunda versión fue recopilada en 1638 por el padre Antonio de la Calancha durante los tiempos de la extirpación de idolatrías.

De estas dos versiones, se considera a la versión obtenida por Luis Teruel como la más fidedigna, pues está menos alejada de la original indígena.

A continuación, se explicará a detalle los puntos principales de ambas versiones:

Versión de Luis Teruel

Esta primera versión expone sus puntos de manera corta e instructiva:

En tiempos antiguos de sequía y escases de alimento, una anciana que se encontraba, entre lágrimas, recogiendo raíces para alimentarse, fue sorprendida por el Sol que le prometió enmendar su situación, poseyéndola. Después de cuatro días, dio a luz un hijo.

Llega el dios Pachacamac, que tenía su huaca (lugar de culto) 4 leguas al sur de Lima, el cual toma al niño y procede a despedazar su cuerpo. Acto seguido, Pachacámac le entrega los dientes como semillas de maíz, los huesos como semillas de hierbas y camotes, y la carne para pepinos y otras frutas. Se produce la abundancia.

Ante la aflicción de la madre, por la pérdida de su hijo, el Sol desentierra el ombligo de la criatura e hizo que de este saliese un hermoso muchacho al que llamó Vichama o Villama.

El joven Vichama recorrió alrededor del mundo por muchos años, en ausencia del joven, Pachacámac mata a su madre entregando sus restos a los cóndores y gallinazos.

Vichama, al retornar y enterarse de los hechos, busca y junta los huesos de su madre y la resucita.

Queriendo vengarla, el joven persigue a Pachacámac, pero no lo llega a encontrar. A raíz de lo anterior, Vichama atenúa su furia convirtiendo a los curacas en piedras que fueron adorados como dioses y a los indios plebeyos en piedras ordinarias.

Para poder poblar la tierra cayeron del cielo tres huevos: uno de oro del que proceden los curacas y principales, del huevo de plata proceden sus mujeres y del tercer huevo salieron los indios plebeyos.

Vichama, hijo del Sol

Versión de Antonio de la Calancha

Esta segunda versión presenta los siguientes puntos:

En la era primigenia del mundo, Pachacámac otorga la vida a una pareja humana, pero no les abastece alimentos, lo que provoca padecimientos de hambre.

A raíz del hambre insufrible, fallece el hombre. La mujer, que a duras penas conseguía raíces para poder alimentarse, se queja de sus penurias ante el Sol, solicitándole salvamiento.

El Sol, apiadado por la soledad de la mujer, la fecunda y permite el nacimiento de un niño a los cuatro días. El Sol, a su vez, colma a la desamparada mujer de prosperidad y alimentos.

El dios Pachacámac, al enterarse de la injerencia por parte del Sol, su padre, enfurecido toma al niño y lo despedaza. Para que no faltasen los alimentos, siembra las partes del cuerpo despedazado de la criatura y brotan: de sus dientes procede a brotar el maíz. De sus huesos proceden a brotar las yucas. De las partes restantes del cuerpo brotan pepinos, pacaes y los demás frutos de la tierra, generando de esta manera, la abundancia en los llanos.

Sin embargo, la madre sigue sintiéndose afligida por la pérdida de su hijo. El Sol interviene nuevamente, toma el ombligo y cordón umbilical del niño haciéndolo resucitar de estos. La criatura, una vez resucitada, se le asigna el nombre de Vichama o Villama. El joven Vichama creció bello y marchoso, poniéndose a recorrer el mundo.

Aprovechando la partida hacia el mundo y la ausencia del joven Vichama, Pachacámac mata a la anciana madre despedazándola y de los restos de su cadáver otorga alimento a los gallinazos y cóndores. Pachacámac, a su vez, escondió los cabellos y huesos de la anciana mujer. Acto seguido, Pachacámac creó hombres y mujeres que poblaron la tierra con sus curacas que los gobernasen.

Al retornar el joven Vichama, enterado del luctuoso suceso, encolerizado, persigue a Pachacámac sin lograr alcanzarlo. Vichama, con tal de saciar sus anhelos de venganza, descarga su ira contra los nativos del lugar a quienes, con el apoyo de su padre el dios Sol, los convierte en piedras.

Luego de encontrar los huesos de su madre, Vichama le devuelve la vida con el apoyo de su padre el Sol. Tanto Vichama como su padre se mostraron arrepentidos de haber dado muerte a los nativos, por lo que Vichama implora apoyo a su padre, convirtiendo los restos petrificados en huacas (sacralidades). Estas huacas serian ofrendadas por los lugareños.

Ante las suplicas de Vichama de repoblar las tierras, el Sol deja caer tres huevos: uno de oro del que proceden los curacas y los principales, otro era de plata del que surgen las mujeres de los primeros y el último era de cobre del que aparecen los mitayos (plebeyos), sus mujeres y familiares.

Vichama revive a partir de su cordón umbilical

Variantes de los datos del mito

Las dos versiones, como se analizó anteriormente, tienen exiguas diferencias. Sin embargo, algunos datos del mito han variado y/o sido interpretados de manera distinta con el pasar del tiempo.

Las variantes en los datos fueron los siguientes:

En algunas variaciones, el dios Sol fue interpretado como Inti, pero en otras variantes, el dios Sol es el mismo Wiracocha. Según algunas tradiciones orales andinas, Wiracocha fue el primer sol del Ñawpa Pacha (mundo antiguo). Wiracocha, a su vez, era el sumo hacedor y tuvo cuatro hijos: el dios del viento Kon, el dios de la ley Mallko, el dios de la guerra y la venganza Vichama y por último el dios Pachacámac. Estos cuatro hermanos regentaron sucesivamente al mundo actual destruyéndolo continuamente. Es menester puntualizar que, los sucesos entre estos hermanos guardan mucha semejanza con los cuatro hermanos del célebre mito de los hermanos Ayar.

En relación con lo anterior, se encuentra el caso de la criatura asesinada por Pachacámac. Esto a raíz de la variante que afirma que la criatura despedazada por Pachacámac no era Vichama, sino su hermano anterior conocido como Malqo (Mallko). Sería a partir del ombligo y cordón umbilical de Malqo, que el dios Sol crea a otro niño, esta vez llamado Vichama.

Otro tema a discutir es acerca de la petrificación, tema muy frecuente en el diverso mundo andino. Según el investigador Pierre Duviols, Calancha se inspira en la versión recopilada por Teruel. A raíz de esto, se encuentra el tema de la petrificación. Según Teruel, la petrificación es un acto de Vichama solamente y con respecto a la creación que lo precede, no es atribuida a ningún ser particular, sino que fueron simplemente del producto tres huevos (uno de oro y otro de plata) que cayeron del cielo. Por su lado, Calancha menciona que los actos de petrificación y creación son atribuidos al dios Sol ante el pedido de Vichama en su intento de apaciguar su sed de venganza y con el propósito de repoblar el mundo.

Para concluir, se tiene una variación en el desenlace de la historia. Esta variación la incorporó el propio Calancha a su libro y en ella, él explica que, en el final, se hace mención a cuatro estrellas enviadas por Pachacámac: dos varones y dos hembras. Esto último coincide, al parecer, con las creencias de los habitantes de la costa, pues estos atribuyen a Pachacámac la creación de los hombres a partir de estas estrellas. Dichos habitantes incluyen a los nativos que habitan en Carabayllo (100 leguas al norte de Lima), los de Pachacámac (4 leguas al sur) y a los múltiples pueblos que se extienden a lo largo de la costa hasta Arica.

Petrificación (tema común en el mundo andino)

Interpretación e historia tras el mito de Vichama

En vista de todo lo que se analizó con anterioridad, el mito habría sido elaborado en el siglo XV o, por lo menos, se completó su formulación, luego de las muchas versiones que le antecedieron. Las dos versiones recopiladas por los antedichos religiosos españoles lo ratifican.

Dentro del mito de Vichama radican las penurias, luchas, conquistas y logros por las que tuvieron que atravesar los hombres y mujeres que habitaron estas tierras desde tiempos remotos. En otras palabras, tras el mito no está sino la explicación de una parte de la historia de nuestra región.

Los primeros grupos humanos que habitaron por estas zonas lo hicieron en que el medio era inhumano, con plantas y animales en torno al valle, como en la porción del océano. Su limitado nivel cultural, su desconocimiento de actividades como la agricultura o ganadería, convertía a estos habitantes en simples consumidores de los recursos naturales que la naturaleza otorgaba, dedicados a la recolección de raíces, de frutos y de algunos animales marinos, así como también, se dedicaban a la caza de animales.

La exigüidad de frutos y animales, como su depredación por el necesario consumo, desencadenaron tiempos permanentes de hambruna sobre estos pobladores trashumantes, por lo que estos tuvieron que atravesar una desesperanzada búsqueda de alimentos para sustentarse, y con ello, sobrevivir. Tras estos sucesos, han de haber perecido muchos. La acción colectiva y el uso de algunos rudimentarios instrumentos para la recolección, caza y pesca, que poco a poco se fueron desarrollando, habrían de permitir la continuidad de la presencia humana.

Durante aquellos años de lucha por la supervivencia, los habitantes fueron asimilando conocimientos y experiencia: aprendieron a distinguir las propiedades alimenticias o tóxicas de las plantas, las épocas más idóneas para la presencia de diversos frutos y los lugares donde encontrarlos, las costumbres y prácticas de los animales, en fin, a conocer e interpretar algunos fenómenos de la naturaleza que les resultaría sumamente favorable para el futuro.

Y es justamente, esa experiencia y los conocimientos alcanzados le permitieron realizar actividades de experimentación en la domesticación de algunas plantas de cuyos frutos, flores, hojas y raíces se alimentaban. El río Huaura, como las partes humedecidas de los bordes de otros ríos Supe, Pativilca o Fortaleza, serían los espacios idóneos para la dedicación a esta paciente labor, donde el cuidado del crecimiento y alimentación de las plantas estarían bajo la supervisión de las madres, tal como lo hacían con sus hijos más jóvenes.

Este estoico brío de cientos de años, por no decir miles, revolucionaría la vida cotidiana de los hombres. Esto no fue simplemente a raíz del surgimiento de la agricultura, con la consiguiente incorporación del "maíz, yuca, pepino, pacae y demás frutos" (como está plasmado en el mito) a la actividad cultivo-cosecha-consumo, sino de todas las derivaciones que surgieron a raíz de esta misma actividad.

Efectivamente, la actividad agrícola significó un adelanto en el ámbito asociado a las condiciones de vida, pues ya no dependían de la naturaleza, sino más bien estaban dominándola. Ahora ya podían producir cosechas que garantizaran suficientes alimentos para poder abastecerse durante varios días. La frontera agrícola se fue amplificando de manera progresiva con la creación de nuevas técnicas. Los hombres ya no serían nómadas, por lo que finalmente podrían descansar de su arduo esfuerzo en adentrarse a una búsqueda de alimentos. A raíz de su sedentarismo, se efectuaría la construcción de sus viviendas, y con ello, su población se multiplicaría. Sitios precerámicos como Áspero, Bandurria y Caral con una antigüedad estimada de 3800 a 3000 a. C respectivamente, son las mejores evidencias.

Relieves que representan hambruna en Vichama

Sin embargo, como se plasma en el mito, empezarían a aparecer nuevos obstáculos para los hombres: la disputa sobre el control de las tierras y espacios dedicados a la agricultura, desencadenando enfrentamientos que dejarían como resultado cuantiosas muertes y guerras entre ayllus (colectividades) y grupos aledaños. Por otro lado, los hombres al obtener cosechas con resultados sobresalientes a sus necesidades, darían origen a conflagraciones por el control y apropiación de los excedentes de producción. A raíz de lo anterior, sería de aquí en adelante que la población tendría que hacer frente a dos obstáculos y/o contrariedades: entre grupos y/o ayllus y al interior del propio grupo.

Enfrentamientos entre ayllus, muchos de ellos considerados de un origen común, instigaron la ocupación de distintos espacios geográficos, tanto longitudinalmente como por pisos ecológicos. Entre ellos, en adelante, sin dejar de lado esporádicas rivalidades, se darían esfuerzos de contribución, de intercambio y hasta de unidad y/o alianza en señoríos y curacazgos.

Desde otro punto, las contrariedades dentro del ayllu y/o colectividad se traducen como el desencadenamiento de la desigualdad entre determinados grupos, con la legitimación de derechos y prerrogativas para unos (los que son provenientes del huevo de oro, los curacas y principales), como de los deberes y obligaciones para otros (los que son provenientes del huevo de cobre, los plebeyos). Como los dioses (el Sol, Vichama) así lo habían preparado, de ahora en adelante, había que aceptar la realidad sea por las buenas o el sometimiento por medio de la fuerza. Esto queda evidenciado durante el Intermedio Tardío en que llegó a alcanzar su auge la Cultura Chancay, dentro de cuya jerarquía religiosa, Vichama estaba establecido en un lugar predilecto. Los chancayanos fueron invadidos por los chimúes y, posteriormente, por los incas. La presencia del dios Sol en el mito, por lo mismo, se traduce como una evocación de la influencia inca.

A raíz de todo lo visto anteriormente, se puede llegar a la conclusión de que, los hombres de estas tierras usaron el mito de Vichama para representar su historia. El mito de Vichama, como parte de la memoria colectiva, fue construido en el curso de muchos años, con presencia de olvidos y recuerdos, acorde con los intereses de aquellos que se convirtieron en adjudicatarios de las bondades del tipo de sociedad preeminente. Por esto dicho, parte primordial de la historia regional se encuentra presente en este mito. El mito convertido en religión convirtió a Vichama en un dios regional, con exención a templo y/o huaca, como a las ofrendas y demás contemplaciones, tal como ocurría con los hombres que se originaron a partir del huevo de oro.

Huevo de oro (curacas y principales)

Representación

Se piensa que, al igual que su hermano Pachacámac, el dios Vichama estaba representado en el ídolo de Pachacámac. Ambas divinidades no eran hermanos solamente, sino que igualmente eran polos opuestos de la cosmovisión de la costa central. Por un lado, siendo Pachacámac el dios de la noche, de la oscuridad, de las tinieblas y de los movimientos sísmicos de la tierra. Por el otro, siendo Vichama el dios del día, de la vida y de la fertilidad. Estos representan el eterno enfrentamiento del día y la noche, siendo esta la principal razón por la que Vichama nunca logra encontrar al otro, pese a la persistente búsqueda.

En dicho ídolo, se representa a un ser de dos rostros, que reflejan la dualidad entre ambos dioses: Vichama como el dios del día, sosteniendo mazorcas de maíz y a Pachacámac como el dios de la noche, adornado de plumas de cóndores y gallinazos.

Otra interpretación viable sería que ambos dioses no fueran necesariamente dos dioses distintos, sino más bien fuesen dos facetas distintas de una misma divinidad.

Ídolo de Pachacámac

Otra posible representación se encuentra en un ceramio obtenido a finales de la década de los 70 del siglo XX. El antedicho objeto fue obtenido por el Dr. Arturo Ruiz Estrada en Luriama, hacia la parte sur de Pampa de Ánimas (distrito de Santa María, provincia de Huaura). El ceramio obtenido tiene forma de una botella de doble gollete de color rosado. En el antedicho ceramio, se encuentra representado un personaje antropomorfo de piernas rectas que en la cabeza porta una especie de corona de dos puntas. De su boca abierta emerge la cabeza de un felino proyectada hacia la corona. De la cabeza del personaje se desliga otra figura circular con puntas triangulares que termina en una cabeza de ave hacia sus pies. Del hombro izquierdo sale un brazo flexionado, cuya mano empuña una vara de mando o un puñal.

Esta figura que, según el mismo Dr. Ruiz, se simboliza en otros objetos de ceramios de los valles de Pativilca, Supe y Huaura, estaría representando al dios Vichama.

La figura, a su vez, estaría representando a un personaje de jerarquía, con el poder bajo su mando, vinculado a diversos elementos asociados a la fauna costeña.

Figura extraída del dios Vichama

Imágenes usadas

Referencias

  1. El mito de Vichama y la historia regional
  2. La mítica lucha entre Vichama y Pachacamac: ¿Acercándonos a los orígenes de la Civilización Andina?
  3. Vichama: 5000 años de identidad cultural
  4. Relatos míticos y prácticas rituales en Pachacámac
  5. El Contra Idolatriam de Luis de Teruel y una versión primeriza del mito de Pachacámac-Vichama
  6. Perú, Hombre e Historia: Vol. II, entre el siglo XVI y el XVIII
  7. El mensaje de los mitos: Héroes fundadores y origen de los alimentos en la memoria de los pueblos andinos
  8. Mitología Incaica
  9. Estructura y desarrollo lógico de la religión prehispánica en el Perú
  10. Vichama y las evidencias sobre los efectos del cambio climático

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