Supay, el gobernante del inframundo

La muerte es el desenlace, el punto final que toma la vida y, por ende, un proceso que es irreversible. A lo largo del tiempo, diversas civilizaciones tuvieron sus propios conceptos acerca de la muerte y lo que depara el más allá. Dentro de la mitología inca, la muerte no era el punto final de la vida, sino que era la segunda etapa de otra vida. Es en este punto en el que Supay se hace notar y, por ende, será el protagonista del tema a tratar.

Supay, dios inca de la muerte

Etimología

El término Supay se traduce literalmente como "demonio". Sin embargo, dicho término adquirió este desacertado significado durante la conquista española del Tahuantinsuyo.

La razón de esta equiparación se debe a los primeros evangelizadores, los cuales percibieron la figura de Supay semejante al diablo cristiano y, por ende, Supay fue el término usado para referirse a la personificación de todo el mal. Esto último fue hecho, al parecer, para poder explicar a los nativos el concepto de una fuerza opuesta a Dios.

Según traducciones de la época, además de su significado como demonio, Supay se podía interpretar también como "fantasma" y como la "sombra de una persona fallecida".

Historia

Supay (conocido también como: Zupay, Cupay, Supaya) es el dios inca de la muerte, así como también, es considerado como el señor y gobernante del Uku Pacha (mundo inferior).

Su culto ha pasado por procesos de resemantización a lo largo del tiempo, puesto que, dentro de la mitología inca, Supay era un concepto distinto. Supay era una denominación para designar a las almas de los muertos que se convertían en ancestros. Asimismo, también era usado para denominar a la divinidad de los muertos que reinaba en el Uku Pacha.

Tras la conquista española del Tahuantinsuyo, la denominación original de Supay fue tergiversada por los españoles y, por consiguiente, adquirió una connotación negativa. Esto a raíz de su aspecto, el cual hizo que los primeros evangelizadores y sacerdotes lo equiparasen con el diablo cristiano. De igual forma, el mundo que Supay gobernaba (Uku Pacha o Supay Wasi) fue equiparado con el infierno y/o inframundo.

Según el diccionario quechua-castellano de 1560, cuyo autor fue el fraile Domingo de Santo Tomás, el término Supay era representado como un espíritu ancestral con un alineamiento neutral. A raíz de esto, dicho término en su forma original podía ser utilizado para aludir a un espíritu de moral benevolente, el cual es alliçupay (ángel bueno) o para aludir a un espíritu de moral malevolente, el cual es manaalliçupay (ángel malo). Posteriormente, el término Supay es usado para referirse al diablo cristiano.

El Diablo cristiano

Supay según los cronistas

Al igual que los primeros evangelizadores, muchos cronistas han descrito y expuesto a la divinidad Supay de la misma manera errónea.

La referencia a Supay más atávica, se encuentra en el lexicón de Fray Domingo de Santo Tomás. En ella, él alega la naturaleza de Supay de la siguiente manera:

«Y a estos ángeles malos (Supays) por sus pecados los echó Dios del cielo, y desterró acá baxo de la tierra, al infierno en gran fuego, oscuridad, y hedor, donde hasta agora están, y estarán para siempre encerrados, padesciendo por sus pecados. Y estos son los que en vuestra lengua llamays "manaalliçupay"».

En este testimonio, se puede identificar la equiparación de Supay con los ángeles malos, siendo estos considerados como manaalliçupay. La cita alude falazmente a que, las almas de los que se convertían en los ancestros que iban al Uku Pacha eran demonios. Esto se hizo para homologar forzosamente los conceptos andinos asociados a la muerte con el demonio y el infierno. Dicha equiparación de Supay con el demonio fue cuestionada por algunos, entre ellos, está el clérigo Bartolomé Álvarez. Esta persona cuestionaba la antedicha equiparación, pues reconocía que, al hacerlo, se estaría confirmando que el demonio solo podía tratarse del individuo muerto.

Otra interpretación es la descripción de Supay como una divinidad de alineamiento dual. El dualismo en los dioses incas es algo muy frecuente, puesto que los dioses pueden ser benevolentes o por su furia, causar desgracias.

Relacionado al vínculo entre las almas y Supay, Guamán Poma de Ayala también destaca dicha relación en su obra Nueva corónica y buen gobierno. El cronista expone que:

«Ídolos, Uacas del Inga de los demás de este reino, que fue en tiempo del Inga de cómo se siguió primero, de cómo Topa Inga Yupanqui hablaba con las uacas y piedras y demonios, y sabía por suerte de ellos lo pasado y lo venidero de ellos y de todo el mundo, y de cómo habían de venir los españoles a gobernar; y así por ello el Inga se llamó Uiracocha Inga. Pero lo demás de cosa de Dios no le enseñó a saber, aunque dicen que decían que había otro Señor muy grande más que ellos, eran diablos, y así decían Supay, que por tal conocían por Supay».

En esta cita, se destacan dos aspectos importantes: el primero remite al origen de la idolatría en los Andes, asociada con el gobernante inca. El segundo se refiere al término Supay, el cual es traducido nuevamente como diablo, para indicar que los incas ya tenían conocimiento del demonio. El Supay presentado por Guamán está relacionado a la autoridad del Inca y a su transformación una vez muerto en "demonio", que exigía de los nativos su veneración y ofrenda de sacrificios.

Como es axiomático, no todos los difuntos podían ser considerados como Supay o ancestros, ya que solo los que habían tenido cierto prestigio, es decir, aquellos que habían sido jefes políticos o personajes destacados cuya investidura les permitía, aún después de muertos, demandar el cumplimiento de los rituales que le correspondían.

Vale mencionar que, el Inca al fallecer pasaba a su estado de ancestro, en el cual era momificado en posición fetal y ofrendado como muestra de apoyo para que el alma atravesase el camino hacia la otra vida. El mallqui (momia o cuerpo de los antepasados) del gobernante y/o líder étnico era colocado en sepulcros denominados machays (cuevas). En diversas ceremonias y eventos especiales, la momia era expuesta al exterior de su recinto y era paseada por diversos sitios.

En la obra, también se alude a Supay de manera no explícita, es decir, usa el término diablo y/o demonio para reemplazarlo. Sin embargo, en una cita de su obra, él escribe lo siguiente:

«Quando le paresen o se les entran en sus casas las culebras y cantar de lechuzas y muchuelos, murciélagos que los llaman tuco, chuchic, pacpac, pecpe, chicollom, cayaycuuan. Taparanco yaycuuan. Uro nina, ayacta ayzaycuuan. Ycjapas maycan uanoson. Atocmi "zupayta" ayzan uarmitam ychapas carita. [El búho, la lechuza, el paq paq, p'iqpi, chiqallu (especie de búhos) me han llamado. Una mariposa nocturna ha entrado dentro de mí. Los fuegos fatuos me han arrastrado el cadáver. ¿Quizá cuándo vamos a morir? Por cierto, el zorro ha arrastrado al demonio, a una mujer o quizás a un hombre.]»

Esta cita se complementa con la ilustración que hay en la sección Abuciones y agüeros de su obra, puesto que la ilustración exhibe a lo que parece ser un hechicero inca rodeado de diversos animales, entre los cuales aparece un zorro en primer plano. En el dibujo, el zorro arrastra en su hocico algo que parece ser un pequeño reptil o un insecto de gran tamaño. Este acto alude a una superstición de aquella época, un agüero que era, a su vez, interpretado por el hechicero inca.

Abuciones y agüeros

Después de la antedicha cita, el cronista menciona: "oyendo bramar a las zorras o algún animal". Esto se interpreta como ejemplo de un anuncio de muerte. En relación con lo anterior, algunas leyendas andinas asocian al zorro con daños y percances. Asimismo, el animal mantiene una relación de perpetua enemistad con el hombre. Sin embargo, la figura del zorro tiene un significado ambivalente. En el Manuscrito de Huarochirí, el zorro conoce los secretos del héroe Tantañamca, pero se rehúsa a coadyuvar a la huaca Cuniraya Huiracocha y, por ende, es objeto de maldición que lo encizaña con los hombres. En zonas andinas, los campesinos asocian al zorro como el "perro del Mallku" (espíritu de la montaña que protege a la comunidad) y/o el "perro de los gentiles" que protege las casas de los antepasados finados y las chullpas (monumentos funerarios) en los que se encuentran enterrados.

La palabra Supay se puede apreciar por segunda vez en el capítulo de los ídolos como elemento principal de una maldición entre hechiceros:

«Maldeciones que echaban entre ellos: Lo primero dizen: "Zupay apasunqui, maypi ysmoc tantay uarina puric, mana pacuspa causac ayamanpas chunca mita cutic runa, camacniquip micuscan, yntip llacsascan, pachap millpuscan". ["Que el diablo te lleve, donde se pudre mi pan, a vagar, como una warina, a vivir sin cesar como un hombre que se convierte en cadáver por diez veces, devorado por tu criador, derretido por el sol, tragado por la tierra."]»

Esta cita es, prácticamente, una continuación semántica entre el pensamiento del zorro que arrastra a Supay en el hocico y Supay como el demonio mismo que arrastra el alma de los hombres a una muerte más allá de la muerte.

Por su parte, el Inca Garcilaso de la Vega también ha mostrado su punto de vista acerca del Supay. En su obra Comentarios Reales, él intenta explicar la equivocación de los españoles al considerar al dios Pachacámac como un demonio. Acto seguido, él menciona que el quien debería llevar dicho título sería Supay. En sus palabras:

«Hablando ambos de este mismo Pachacámac, aunque por no saber la propia significación del vocablo se lo atribuyeron al demonio. El cual, en decir que el Dios de los cristianos y el Pachacámac era todo uno, dijo verdad, porque la intención de aquellos indios fue dar este nombre al sumo Dios, que da vida y ser al universo, como lo significa el mismo nombre. Y en decir que él era el Pachacámac mintió, porque la intención de los indios nunca fue dar este nombre al demonio, que no le llamaron sino Zupay, que quiere decir diablo, y para nombrarle, escupían primero en señal de maldición y abominación, y al Pachacámac nombraban con la adoración y demostraciones que hemos dicho. Empero, como este enemigo tenía tanto poder entre aquellos infieles, haciase Dios, entrándose en todo aquello que los indios veneraban y acataban por cosa sagrada. Hablaba en sus oráculos y templos y en los rincones de sus casas y otras partes, diciéndoles que era el Pachacámac y que era todas las demás cosas a que los indios atribuían deidad, y por este engaño adoraban aquellas cosas en que el demonio les hablaba, pensando que era la deidad que ellos imaginaban, que si entendieran que era el demonio las quemaran entonces como ahora lo hacen por la misericordia del Señor, que quiso comunicarlas».

En esta cita, se alude a Pachacámac como Dios, mientras que Supay es relegado como el demonio cristiano. También se le atribuyen caracteres malignos a Supay, como el hecho de entrar y poseer los objetos de veneración y culto de los nativos con el fin de engañarlos. En este punto, parece que Garcilaso hace hincapié a las huacas (sacralidades) que como bien se sabe, eran un conjunto de elementos sagrados para el pueblo inca. Dentro de estas huacas, se encontraban los ídolos y representaciones de diversos dioses, los cuales eran sumamente venerados. Para comprobar su veracidad, las huacas debían entrar en comunicación con los gobernantes incas para manifestar su poder y, por ende, ser objetos de veneración y respeto. En caso de que la huaca no hablase, se trataba de una huaca falsa y que no debía recibir prestigios como tal. En relación de estos elementos con Supay, Garcilaso alude a la posesión de estos elementos por parte del Supay para engañar y desorientar a la población. Múltiples cronistas han asociado las huacas con actos idólatras y, por ende, del diablo. El Inca Garcilaso no es la excepción en este aspecto.

Continuando con Garcilaso, en otra cita de su antedicha obra, él hace una equiparación del Uku Pacha con el infierno y/o inframundo. A continuación, la cita respectiva:

«Creían que había otra vida después de esta, con pena para los malos y descanso para los buenos. Dividían el universo en tres mundos: llaman al cielo Hanan Pacha, que quiere decir mundo alto, donde decían que iban los buenos a ser premiados de sus virtudes; llamaban Hurin Pacha a este mundo de la generación y corrupción, que quiere decir mundo bajo; llamaban Ucu Pacha al centro de la tierra, que quiere decir mundo inferior de allá abajo, donde decían que iban a parar los malos, y para declararlo más le daban otro nombre, que es Zupaipa Huacin, que quiere decir Casa del Demonio».

En la cita de Garcilaso, él expone que, para los nativos, el mundo se dividía en tres planos universales. También vale precisar que, la equiparación entre estos elementos y la trilogía del cristianismo (Padre, Hijo y Espíritu Santo) resulta palpable. Y más al notar la comparación entre el Uku Pacha y su gobernante, es decir, Supay con el infierno y el demonio respectivamente. De hecho, sería el Inca Garcilaso quien haría que el Uku Pacha cobre un sentido semejante a lo que muchos conocen como el "inframundo".

Otro punto a destacar, es la manera en cómo Garcilaso describe a lo que podría ser el Kay Pacha (este mundo), pues él le llama Hurin Pacha, el cual es tomado comúnmente como un sinónimo del Uku Pacha. Sin embargo, esto presentaría una mayor complejidad que algunos estudiosos sostienen.

Según diversas fuentes, el Hurin Pacha se trataría de una percepción bipartita. Por un lado, se ubicaba un plano intra-terreno, lugar donde se encuentra la fertilidad, el sol como Punchao (el sol durante el día), la luna y los animales nocturnos. Este plano, a su vez, se encontraba atravesado por el mar. Por el otro lado, se hallaba el plano de la eterna oscuridad, donde se ubicaba el máximo exponente de la noche. Este plano era el Uku Pacha y, aparte de comprender lo anterior, también era la forma antagónica de la potencia celeste y la potencia germinativa.

Ambos vocablos, al parecer, fueron confundidos en las crónicas y, posiblemente, eran dos vocablos que aludían partes de un mundo intra-terrenal, pero los datos son confusos.

Asimismo, podría haber existido muchas otras denominaciones y elementos que se han extraviado con el pasar del tiempo y las campañas de evangelización. Un ejemplo de esto, es el cuarto mundo denominado Hawa Pacha (mundo de afuera). Dicho mundo habría sido erradicado por los españoles en su afán de homologar la concepción cosmológica de los mundos andinos con la ya mencionada trilogía cristiana.

Inframundo

Representación

Como se vio anteriormente, Supay originalmente era un concepto distinto al que fue impuesto por los españoles. Siendo él un ser de aspecto sobrenatural asociado a la muerte y que, además, reinaba en el Uku Pacha.

A la llegada de los españoles, Supay adquiere una connotación negativa. De todas las divinidades incaicas, él fue, sin duda alguna, la divinidad con la que los españoles tuvieron mayor facilidad de asociarlo con el diablo. Su asociación hacia la muerte, su aspecto y dominio en el mundo inferior fueron los principales factores con los que se determinó falazmente a Supay como el mismo demonio.

A raíz de estos pensamientos, la divinidad de la muerte pasaría a través de un proceso de resemantización, no solo sobre su concepto original, sino que también su aspecto fue alterado.

A través del sincretismo, Supay adquirió una figura "demoniaca", pues es descrito como un ser antropomorfo con largos cuernos, ojos vidriosos y penetrantes, orejas puntiagudas y un rostro felínico provisto de afilados dientes.

Supay y su dominio en el Uku Pacha

Importancia

Supay, al igual que muchos dioses incas, era considerado un ser ambivalente, es decir, podía ser considerado benévolo o maligno.

La divinidad de la muerte, a diferencia del diablo, era respetada y venerada para evitar castigos. Supay destacaba su carácter dual al ofrecer su protección para aquellos que aguardaban pacientemente su muerte, mientras que los que no le respetaban sufrirían consecuencias nefastas.

Supay era, a final de cuentas, la divinidad protectora que guiaba a los muertos en su larga travesía a través del Uku Pacha, puesto que el antedicho plano universal tenía múltiples obstáculos y también se encontraba habitado por seres malignos y/o engañosos. Sin embargo, dicho lugar no debe ser tomado como uno completamente malicioso, sino que al igual que la divinidad gobernante, el Uku Pacha posee un carácter ambivalente, pues es el lugar donde los cuerpos de los antepasados y/o ancestros originales moran.

El largo viaje del alma a través del Uku Pacha era con el objetivo de poder continuar la segunda vida junto a los dioses incas.

A raíz de todo lo anterior, los incas creían que Supay era la divinidad que ejercía sobre la balanza entre las fuerzas sobrenaturales positivas y negativas.

Asimismo, para los incas, la muerte no era algo negativo, sino era una travesía de vuelta a la matriz de la tierra, de la cual la humanidad había salido en tiempos primigenios.

Uno de los lugares donde se le rendía culto fue en el Supay Cancha (recinto del diablo). En dicho recinto se edificó la actual Catedral de Puno.

Catedral de Puno

Las asociaciones de Supay

Como se vio anteriormente, la figura de Supay fue usada por los españoles para designar al Diablo. A raíz de esto, el Supay se logró establecer como un sincretismo, con elementos tanto de las religiones andinas como del mismo catolicismo.

Durante la época colonial, el Supay adquirió protagonismo en el culto a la Virgen de la Candelaria en el altiplano andino. Asimismo, su figura también es destacada en la danza de La Diablada.

Diablada

El Supay también es aludido en la ilustre Danza de las Tijeras, la cual tiene su origen en la región Chanka en el Perú.

Debido al sincretismo religioso, se cuenta que numerosos danzantes realizaban un pacto con el Supay ("demonio") a cambio de convertirse en los mejores danzaq (danzante de tijeras). Esto incluía ser capaz de efectuar sorprendentes actos de magia, arduas pruebas físicas y el faquirismo que forman parte de las ultimas piezas de la competencia.

A raíz de lo anterior, diversos miembros de la comunidad los denominaban como Supaypa Wasin Tusuq (danzantes de la casa del diablo). La definición de la danza como "Danza de las Tijeras" se le atribuye al insigne escritor José María Arguedas.

Según fuentes, como la del danzaq Cirilo Inca Andamarca, el cual se encuentra actualmente retirado, el pacto con el Supay ya no es practicado por la nueva generación de danzantes. Sin embargo, perduran algunos recuerdos, como ejemplo se tiene la prohibición del ingreso de los danzaq a las iglesias.

Danza de las Tijeras

Mitos, leyendas y creencias

A lo largo del tiempo, diversos mitos y leyendas asociadas al dios Supay han florecido. Asimismo, desde el auge del Imperio Inca hasta la actualidad, han sobrevivido algunas creencias asociadas a la divinidad de la muerte.

A continuación, se mencionarán algunos de estos:

Los pumas de piedra

La siguiente leyenda reza que, anteriormente, los hombres de estas tierras vivían su vida de manera plena, no les faltaba nada y no había sufrimiento alguno. Los dioses Apus (deidades montaña) le permitían mucha libertad, con la única condición de no subir a la cumbre de las montañas alrededor del valle, a la cumbre donde ardía el Fuego Sagrado.

No obstante, Supay no podía soportar ver tanta gente en tanto jolgorio e intentaba tentarlos para que subiesen a la cima. El ávido dios de la muerte, por medio de diversas artimañas, logro su cometido de incitar a los hombres a desobedecer la antedicha orden. La población, en su intento de subir a la cúspide, fueron sorprendidos por los Apus, los cuales, al comprender el desacato de la orden por parte de la población, soltaron a unos pumas que masacraron a toda la población. De este acontecimiento, solo una pareja llegó a salvarse.

Viendo semejante masacre, el dios sol, Inti (en otras versiones, es el dios Wiracocha) se puso a llorar, los llantos de la divinidad no se apaciguaron durante cuarenta días y cuarenta noches. A raíz de sus abundantes lágrimas, se formó el lago Titicaca. Cuando el sol volvió a salir, la pareja que sobrevivió, la cual huyó en un bote, vieron que todos los pumas se habían convertido en piedra.

Esta leyenda, nos explica la versión mitológica del origen del lago Titicaca, el cual su significado deriva de la unión del término aimara Titi (puma o felino) y del término quechua Qaqa (piedra).

Es importante puntualizar que, la antedicha leyenda tiene ciertas semejanzas con el relato bíblico del Genesis, que nos habla acerca de la tentación de Adán y Eva. Asimismo, es viable que esta leyenda tuviese influencia occidental o fuera modificada.

El Tawa Ñawi y la travesía hacia el inframundo

Durante el Imperio Incaico, existía una tradición conocida como Rutuy Chicuy (primer corte de pelo).

En primer lugar, en el primer corte, los padrinos guardaban los cabellos en un sitio especial, pues creían que cuando falleciese el ahijado, los cabellos servirían para que se formara un puente hecho de cabellos con el propósito de que el espíritu, una vez ingresase al Uku Pacha, pudiese cruzar un rio llamado Yawar Mayu (rio de sangre) y de esta manera, llegar al Upa Marca (tierra del silencio o tierra de las sombras) que es donde moraban los espíritus. El alma del finado, a su vez, se encuentra bajo la guía de un animal (pueden ser diversos, pero por lo general es un perro negro) para que el alma pueda lograr su cometido.

Esta creencia tiene diversas interpretaciones y testimonios que aluden en torno a esta. Asimismo, el perro guiador de dichas almas es conocido como Tawa Ñawi (cuatro ojos) debido a sus cejas, las cuales son percibidas como si dos ojos adicionales se tratasen.

En la actualidad, en determinadas zonas andinas, la antedicha creencia aún prevalece.

Al día de hoy, Tawa Ñawi también es un término usado para describir a un infierno en el cual, van las almas de gente acaudalada y/o de buen status que se habían condenado por sus infames actos. Dicho lugar es vigilado por Supay y sus "demonios vigilantes".

Kawsay y Supay

En el mundo andino, el futuro no es algo que viene y el pasado no es algo que se acumula detrás. En este sentido, es el runa (ser humano) el que viene del futuro y va hacia el pasado en donde se tiene la idea de que el caos que está en reposo volverá a resurgir, y el desorden presente inevitablemente se precipitará, dando como resultado, un nuevo pachakutik (ciclo andino) que restablecerá el equilibrio cósmico. A raíz de esto, la concepción andina del tiempo cíclico revive a la historia como infinitas inversiones de dominio, entre el kawsay (vida) y supay (muerte). Se tiene conocimiento de cinco ciclos andinos, cada uno de 500 años de duración. El quinto pachakutik (2000-2500) representa la esperanza de la liberación y la reposición del orden pasado cósmico.

Otro de los principios claves de la filosofía andina es el yanantin (dualidad complementaria). Según este principio, la vida se expande en forma continua e infinita por la existencia y participación de dos fuerzas, las cuales no intentan anular o eliminar una a otra, sino que incentivan e impulsan su oposición, es decir, su diferencia. Es justamente esa oposición la que se encarga de dinamizar la vida. Positivo y negativo son necesarios, no se basa simplemente de erradicar el mal, sino de mantener el equilibrio. El orden cósmico es dependiente de la existencia de la oposición, puesto que el equilibrio para los pueblos andinos se da siempre en el tinkuy (encuentro) entre dos polaridades proporcionales y, por ende, complementarias. La permanente exposición al juego de la diferencia, es decir, la mediación de las contradicciones de los opuestos complementarios, integra la condición productiva y deseable de la vida. Es menester puntualizar que el runa, aquel guiado por la razón y la emotividad, no puede ser, sino es construido por su otro. Esto significa que, el runa no solo es un ser sentipensante en cuanto a sí mismo, sino que también lo es en relación a su yanantin, a su ayllu (familia), a su ayllullakta (comunidad), pues es ahí el lugar donde se forja el imbricado social que lo vincula a la red cósmica andina.

Asimismo, las evidencias del concepto del yanantin quedan expuesta a través de múltiples construcciones arquitectónicas (plazoletas hundidas, recintos circulares y cuadrados, templos semi-subterráneos) y símbolos como la chakana (escalera). Además, existen numerosas dualidades complementarias presentes en la vida cotidiana, tales como: masculino-femenino, sol-luna, día-noche, tayta-mama, arriba-abajo, luz-oscuridad, kawsay-supay, hanan-hurin, etc.

Imágenes usadas

Referencias

  1. Lexicón o Vocabulario de la Lengua General del Perú
  2. Estudio antropológico del rito en la cultura inca del Perú
  3. Funerales, muerte y el más allá en la historia del Perú
  4. La muerte tejedora en el antiguo Perú
  5. Las representaciones culturales de Supay: ¿Manifestaciones de un ser sobrenatural ambivalente en el Folklore?
  6. Conversión y degradación en la primera parte de la "Crónica del Perú", de Pedro Cieza de León
  7. La élite incaica y la articulación del Tahuantinsuyo
  8. El silencio de Guamán Poma de Ayala ante Supay: De duende, espíritu y fantasma a diablo
  9. El Inca y la huaca
  10. El mundo de los muertos en la cosmovisión centro andina
  11. Los tres reinos de la mitología inca
  12. Pachakuteq: Una aproximación a la cosmovisión andina
  13. Después de la muerte en el mundo andino: Una aproximación antropológica
  14. Catedral de Puno: Algunos datos históricos
  15. La Danza de Tijeras y el violín de Lucanas
  16. Julio César Tello Wirakocha: Aspectos de la religión indígena
  17. Dioses, Encantos y Gentiles
  18. Leyenda del Lago Titicaca
  19. El infierno del Tawa Ñawi: Un discurso de los campesinos de Huanta sobre castigo y justicia
  20. Sumak Kawsay: Entre el (post)desarrollismo occidental y la filosofía andina

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